miércoles, 13 de julio de 2011

.:: Dra. Marisol Gutiérrez Rojas - Presentación La espalda del umbral, poemario de Raquel Villarreal (*) ::.

EL TIEMPO SIRVE para sopesar las experiencias, los afectos, los encuentros y desencuentros con una misma y con los demás.

El tiempo nos da eso que llamamos madurez y que no es otra cosa que la licencia para vivir y mirar con mayor hondura, con mayor placer y diría también que con mayor holgura, asumida a la vez como transgresión, aquello que somos y aquello que nos rodea.

Y es el tiempo y su devenir el mecanismo que me pone en contacto con Raquel y con su obra.

Varias décadas atrás, su primer óleo, un lienzo energético, vigoroso, de fuertes rojos, nos acercó de manera poco usual. En el umbral de la muerte, o de la vida si ustedes quieren, nos encontramos esa primera vez.

En tiempos más recientes, en un nuevo umbral, esta vez de un edificio donde ambas disfrutábamos una experiencia de transgresión al sistema educativo, Raquel me invita a presentar su nuevo libro.

Invitación complicada, pues leer un texto, sea escrito o pictórico, como de igual forma ocurre en el caso de la producción artística de Raquel, siempre es una experiencia altamente subjetiva, donde intervienen los intereses de cada quien así como sus afectos, y ponerse a escribir de forma racional sobre algo que nos golpea en la emocionalidad y, sobre todo, escribir sabiendo que otros nos van a escuchar otras personas, es temerario. Pero eso no lo pensé cuando le dije sinceramente complacida que Sí y heme aquí compartiendo con ustedes mis impresiones sobre su poemario La espalda del umbral.

El umbral es un espacio que invita a avanzar, a transitar(lo); sin embargo, a este umbral debemos acceder por la espalda, su espalda. Y esta particular situación nos pone de cara a lo que está pero no está; existe pero no se ve o no se advierte de forma primera, inmediata.

Ustedes están ahí pero yo miro el frente de sus cuerpos, no su espalda; igual ustedes, saben que tienen una espalda que les acompaña, les protege, les defiende. Pero reconocen esa espalda a partir de lo que otros dicen. Hay una parte del cuerpo que carga una memoria imborrable, que persiste porque nos persigue.

En el caso del poemario de Raquel, ella nos invita a mirar la espalda del umbral. A escuchar lo silenciado, lo oculto, lo que está en la penumbra por obra de un ejercicio de poder. Y hacer esto significa deconstruir, resignificar lo que nos pertenece; reconocer las huellas que lo marcan a fuerza de actos y de voces, voces nuestras y de otros y de otras.

Llegar a la espalda del umbral es descolocar el frente, es decir, el centro. Es introducirnos en un juego. Y ese juego, esa nota lúdica atraviesa todo el poemario y se concreta en un acto de transgresión, en una explosión de la norma, de lo regulatorio.

Veamos:

1. En el plano estrictamente tipográfico, de diseño del libro, asunto que no es ajeno a la autora, hay una transgresión visual en las mayúsculas que nos asaltan en lugares inesperados ajenos a la preceptiva de su uso: sílabas finales de su apellido: VillarreAL y de la palabra umbrAL, que a la vez se convierten en otro juego visual entre el artículo La –que acompaña la espalda– y el sufijo AL de la palabra umbrAL, que invertido, es LA. Pero estos juegos están presentes en todo el poemario, desde el InDice mismo hay una provocación al juego mediante el uso irregular de las mayúsculas.

2. Por otro lado, el título mismo del poemario, que como todo título es un semillero de sentidos que nos da pistas acerca de lo que vamos a leer, nos habla de La espalda del umbral. Sabemos que el umbral es el paso primero y de entrada de cualquier cosa, y esto, por norma, está al frente. En una casa se entra por el frente, por atrás, por la cocina, lo hacen los propios de la casa por razones de obvia confianza. ¿Por qué Raquel nos descoloca?

3. En cuanto a la estructura del poemario, esta también es un acto de transgresión. Los 70 poemas cortos que lo conforman, distribuidos en nueve apartados, si bien nos reciben y nos despiden explícitamente abrazados por la luna –simbolismo al cual me referiré luego– aparece esta en sus distintas fases pero en un orden que no corresponde necesariamente al que conocemos ni en su sucesión ni en su denominación. El poemario de Raquel tiene una estructura propia de la transgresión: hay un uso indistinto de palabras y de números para la titulación de los poemas, hay un quiebre en el plano temporal, astral y sexual de sus planteamientos. Concretamente, hay una continuidad cíclica pe­ro en progreso como una espiral por el Rielar (vibrar-de infancia, por la otrEDAD, escúchese la Otra/edad), por la interrogación al poder de signo masculino con sus vericuetos de ambición y corrupción, y su preceptiva del Deber ser según la norma heterosexual vigente hasta llevarnos a una revaloración de la luna como símbolo del poder femenino.

4. Por último, pero no conclusivo, hay una nueva transgresión en el juego de dualidades que estructuran el significado del poemario: Presencia/ausencia, vida/muerte, sol/luna, mujer angélica/mujer sabia, imagen/palabra; palabra/imagen, frente/espalda.

Y ese juego de dualidades no es casual. En el caso de la luna, simbolismo en el cual ahora me detendré, su presencia nos aclara el camino, siempre peligroso, de la imaginación y del conocimiento. La luna nos sitúa ante un universo mental donde emerge el diálogo con la naturaleza, el primado de la noche sobre el día nacido de su regazo. Asimismo, la luna, al estar ligada a la noche, ocupa un lugar de mediación que la antigüedad consideraba la región fronteriza entre dos mundos: es el pasaje de la vida a la muerte y de la muerte a la vida que vemos en los dibujos de Raquel que dialogan con el poemario. Es la luna, el astro de la noche, la que se asocia con la mujer, la que simboliza la potencia fecundamente de la vida, la vida que da motivos a Raquel para escribir este poemario, según ella misma declara en A (letra que funciona por título y como indicador del destinatario, otro juego), la dedicatoria que abre el libro:

A

La vida.

Mis hij@s.

Me han dado motivos.

Y esos motivos los encontramos luego desarrollados en

I.- Luna en cuarto.

II.- Palabra en luna.

VIII.- Cuarto menguante.

IX.- Luna negra – no por azar ligada a Lilith, la mujer rebelde que abandonó a Adán porque quería completa igualdad con su mari­do y no tener hijos, lo que le valió a Lilith quedar viviendo como mujer-demonio (monstruo).

El simbolismo de la luna en el poemario de Raquel es un indicador de lo inconsciente, de lo que haciendo eco de las palabras de la escritora venezolana Márgara Russotto llamaríamos una arqueología ignota que está en la base de una cultura emergente. La luna y su complejo simbólico: sueño, noche, tierra y agua, esta última siempre presente en los poemas y en los peces que insisten en expresar la vida en los dibujos de Raquel nos hablan de una relación dialógica con la naturaleza (ya no como objeto sino como sujeto vocal).

La espalda del umbral es un poemario que pondera el poder femenino mágico (el de las brujas que se encuentran en la oscuridad, en la marginalidad, en la hoguera). La espalda del umbral es en realidad luz y voces. Es una especie de ejercicio ontológico, epistemólógico y sensual donde a partir del lenguaje, del ejercicio de la palabra, explotan los centros, las dualidades, las normas. La espalda en el umbral tiene por vocación dislocar entenderas, descalabrar reinos, incendiar sesos, erizarnos de incienso.

LA espalda del umbrAL, no puede ser(nos) indiferente.

¿Por qué Raquel nos descoloca? Preguntábamos al inicio. Porque solo en la fuerza creadora, lúdica, solo en la capacidad de imaginar(nos) de forma diferente de la que el patriarcado en todas sus expresiones nos ha enseñado podremos dibujar horizontes más justos, inclusivos y esperanzadores. Solo así podremos hacer del arco iris puente con domingo siete.


* La Dra. Marisol Gutiérrez Rojas es docente e invetigadora de la Universidad de Costa Rica. Texto leído durante la presentación del poemario de Raquel, la noche del martes 12 de abril de 2011 en el Instituto Cultural de México en Costa Rica.

1 comentario:

  1. hola Raquel, no sabía que escribías poemas, qué alegría! Tengo muchas ganas de encontrar tu poemario. Esta resena de la Dra. Gutierrez me ha tentado decididamente!

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